jueves, 1 de marzo de 2018

Ninguna persona es una isla entera.

Hace ya un tiempo, leímos en clase un poema de John Donne llamado Por quién doblan las campanas, en el que más tarde se basó Ernest Hemingway para escribir su novela.




El poema hace referencia a la unión entre todos los seres humanos y la muerte de los mismos, diciendo así que la muerte de todos ellos le afecta, pues todos forman parte de una isla cuyas porciones de tierra se ven reducidas por el mar cuando una persona se va.

Aquí os dejo el famoso poema:

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.




Leyre Hernández Luzón.

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