Lucio Anneo Séneca, llamado Séneca el Joven para distinguirlo de su padre, fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo de Marco Anneo Séneca, fue cuestor, pretor y senador del Imperio romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de ministro, tutor y consejero del emperador Nerón.
Séneca destacó como pensador, tanto como intelectual y político. Gran entrenado orador, fue una figura predominante de la política romana durante la era imperial, siendo uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados; a causa de este extraordinario prestigio, fue objetivo tanto de enemigos como de benefactores.
De tendencias moralistas, Séneca pasó a la historia como el máximo representante del estoicismo y moralismo romano tras la plena decadencia de la república romana. La sociedad romana había perdido los valores de sus antepasados y se trastornó al buscar el placer en lo material y mundano, dando lugar a una sociedad turbulenta, amoral y antiética, que al final la condujo a su propia destrucción.
En sus escritos sobre ciencias naturales trató, en particular, los terremotos y su relación con los volcanes, aunque, en general, recogió las opiniones de los antiguos sobre diversos temas, añadió algunas reflexiones personales interesantes, como el vaticinio de una futura explicación de los cometas como verdaderos cuerpos celestes.
Fue también autor de nueve piezas dramáticas, inspiradas en modelos griegos clásicos y que son, de hecho, estudios de las tensiones emocionales a que se ven sometidos los personajes, destinadas a ser leídas más que representadas; escribió así mismo una magistral y mordaz sátira de la deificación del emperador Claudio.
Redacción sobre la muerte.
En clase de Literatura Universal, hemos leído un texto de este filósofo, cuyo tema principal era el miedo irracional que los seres humanos experimentamos frente a la muerte. Él defiende, por otra parte, el constante cambio que se lleva a cabo en nosotros sin apenas ser conscientes de ello, en lo cual, yo también coincido, puesto que no somos los mismos que ayer, e incluso los mismos de hace unos minutos. Este pensamiento no pertenece simplemente a Séneca, sino que este se inspiró en Heráclito, un filósofo presocrático cuyo arjé era el constante cambio que experimentamos a lo largo de nuestra vida, en otras palabras, "Todo fluye, nada permanece".
Sin embargo, hay otros temas relacionados con esta idea principal, que Séneca no comenta nada al respecto. Un ejemplo, sería el miedo que puede surgir por la muerte de otros, que comúnmente es el caso que más se da. Esto no es más que el fruto del egoísmo. Preferimos morir nosotros ya que eso, en parte, es una liberación. No sientes ni padeces dolor alguno, y por el contrario, si el que falleciera fuera un ser querido, nosotros estaríamos en el papel del que sufre.
Por otra parte, el dolor, o más bien, el miedo irracional a él, también es otro punto que Séneca no trata en este texto en particular.
Sin embargo, hay otros temas relacionados con esta idea principal, que Séneca no comenta nada al respecto. Un ejemplo, sería el miedo que puede surgir por la muerte de otros, que comúnmente es el caso que más se da. Esto no es más que el fruto del egoísmo. Preferimos morir nosotros ya que eso, en parte, es una liberación. No sientes ni padeces dolor alguno, y por el contrario, si el que falleciera fuera un ser querido, nosotros estaríamos en el papel del que sufre.
Por otra parte, el dolor, o más bien, el miedo irracional a él, también es otro punto que Séneca no trata en este texto en particular.
Por desgracia, actualmente un ser querido baila entre el filo de la vida y la muerte, y no puedo dejar de preguntarme...¿Por qué? ¿Por qué alguien tan joven? ¿Acaso no tenía derecho a la vida?
Una adolescente de diecisiete años, postrada en una cama, sin ninguna posibilidad ni para ella ni para su familia de salir adelante, de tener una oportunidad de ser feliz y conseguir sus propios méritos, o tal vez, formar una familia en un futuro. Somos títeres, en un universo controlado por ya sea un dios, el destino o la nada.
Somos inconscientes de la suerte que tenemos por el simple hecho de poder vivir y disfrutar, cuando otros muchos no son capaces ni siquiera de continuar por sus propios medios.
En ocasiones, el hilo se corta demasiado pronto. Otras, nos permiten aprender a ser felices, a querer, a vivir. No podemos hacer nada, más que esperar nuestro fin, porque trístemente, llegará. Independientemente de la medicina y ciencia del momento, o inclusive de nuestras creencias. Algún día, tu carne no será más que polvo y cenizas, y lo único perteneciente a ti quedará en la tierra en forma de tu legado y recuerdos. Al fin y al cabo, es lo único que nos hace vivir eternamente.
Al menos, a todos nos quedará el consuelo de saber que nuestros seres queridos dejarán de sufrir. No es algo sencillo de pronunciar, y menos en este momento, pero debemos ser fuertes, por nosotros, sí, pero también por ellos. Nos quieren, y lo menos que necesitan percibir en su situación es nuestro dolor. Debemos aprender a vivir sin ellos, y cuando les recordemos, que sea con una sonrisa.
Estarás en mis recuerdos, y por ellos vivirás eternamente.
Andrea De La Fuente Igual.
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