Manifestaciones, revueltas, charlas, debates... Muchas formas en las que vemos representadas la violencia de género últimamente. A veces olvidamos que podemos encontrarla en cualquier parte, hasta en la actividad más cotidiana.
¿No habéis sufrido alguna vez acoso en las calles? ¿No habéis pedido a alguien cercano que os acompañe a todos sitios? ¿No habéis buscado las llaves rápidamente en vuestro bolsillo, un kilómetro antes de llegar a casa? ¿No os sentís valientes, por el mero hecho de salir a la calle? Tristemente, son situaciones que miles de mujeres en España y el mundo sufren a diario.
La verdadera pregunta que acontece en este momento, es el hecho de cómo alguien que amas con locura, un ejemplo, tu pareja, pueda llegar a tal extremo que al intentar ''protegerte'' de cualquier situación, momento e incluso personas, te aísle del mundo, y te cargue con la culpa de ello acusándote de hechos que ni siquiera son reales. Poco a poco, te corrompe. Te hace sentir débil, sin fuerzas, sin ganas de continuar.
Ser o no ser, esa es la cuestión. Célebre frase que en este contexto tiene mucho peso. Algo que pueden preguntarse a diario todas estas mujeres maltratadas, porque no hay que olvidar que aunque se expresen en encuestas, no son solo números. Son vidas. Son sentimientos. Son almas.
Algunas, que pertenecen a un grupo de la sociedad joven, han emprendido un proyecto de vida lejos de su familia. Otras, lo están creando. Tienen hijos e hijas, y deben renunciar a todo esto porque una persona a la que consideraron el amor de su vida, ha cambiado tanto que ahora, cuando llega a casa por las noches, es raro el día que no salude con un golpe. O ya ni siquiera eso, sino insultos, vejaciones y amenazas, denigrándolas completamente.
Lo peor de esto, es el hecho de que la sociedad comúnmente, prejuzgue a la mujer en cuestión más que al maltratador. Es un hecho increíble, pero está demostrado que en las situaciones como la que está aconteciendo hoy en día en España con la violación en los San Fermines del año pasado, protagonizada por La Manada, están responsabilizando de manera indirecta a la chica que ha sido atacada. Que de una situación tan preocupante, deban realizar un juicio especialmente para contrastar si esta niña, que en el momento de los hechos tenía dieciocho años, se lo ha inventado o no, solo representa los prejuicios y estereotipos que esta situación post-violación, tiene en un estado libre y revolucionario como es España. La verdadera pregunta de esto, es qué necesidad tiene esta joven, u otras miles, de inventarse esos hechos. No hay que olvidar que no es algo que se hable abiertamente, y que se considera un tema tabú, a pesar de estar en el siglo XXI. ¿De verdad la justicia cree que esa joven no tiene pesadillas? ¿Que no se siente avergonzada? ¿Que no se cuestiona acerca de lo que opina su familia y amigos? Y lo más importante, ¿cree que si esos hombres no tienen su merecido castigo, la dejarán en paz?
No es la primera ni la última vez que con un delito de violación, e incluso de asesinato, las penas no han superado los diez años. La víctima vive con miedo, porque sabe que en cuanto su agresor o sus agresores salgan de entre rejas, tomarán represalias si la reconocen.
Cada ocho horas, hay una violación en España, y este dato se repite en todo el mundo. El veinticinco de noviembre se celebra cada año el día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres.Todo esto sigue sucediendo alrededor del mundo porque vivimos en una sociedad machista, que considera al hombre muy por encima de la mujer, y que puede utilizarla como quiera y a su antojo. Basta de excusas, basta de pensar que si una mujer en agredida o violada es culpa del alcohol, o de la ropa que lleva, o de la fiesta a la que va o de las calles por las que camina. No. Basta de excusas. En una agresión, el culpable siempre es el que agrede. Dicho así, parece sencillo de entender. Sin embargo, es algo que hay que recordar una y otra vez. En los medios de comunicación, tanto tradicionales como en las redes sociales se sigue culpabilizando a la víctima, y lo que es peor, en muchos casos el agresor sigue saliendo impune. No os confundáis. La verdadera lástima es que el día contra la violencia de género solo sea el veinticinco de noviembre, cuando deberíamos celebrarlo todos los días.
Hoy somos la voz de las que ya no hablan. Cuídalas, no las juzgues; no sabes si alguna vez estarás en su situación.
Andrea De La Fuente Igual.
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